Hace unos días, su obra maestra
fue homenajeada una vez más en París, a más de cinco meses de su
fallecimiento a los 104 años. Y es que Oscar Niemeyer es histórico. Su
vanguardista diseño arquitectónico y urbano de la actual capital de su
país, Brasilia, lo demuestra.
Niemeyer, con toda su genialidad, logró que Brasilia dejara esa
imagen de ciudad agrícola y rural para ser vista como un ejemplo
internacional. En 1987, esta urbe fue clasificada como Patrimonio
Cultural de la Humanidad por la Unesco, tras 27 años de su
inauguración. Lo anecdótico es que con este galardón Brasilia se
convirtió en la única ciudad edificada en el siglo XX que ha recibido
este reconocimiento.
Entre sus aportes más afamados resaltan las dos semiesferas
invertidas del Congreso Nacional de Brasilia, así como los 16 pilares
de hormigón que parecen evocar unos brazos tendidos sobre el cielo de
la Catedral, o el Palacio Itamaraty que simula flotar sobre el agua.
Por todos estos proyectos y otros muchos en diversas partes del
mundo, algunos expertos señalan que su audacia e imaginación le
hicieron ganar la reputación mundial que hoy sigue intacta. No por nada
el legado de Niemeyer ha sido y seguirá siendo estudiado por los
futuros arquitectos.
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