Los petroglifos de Toro Muerto están condenados a desaparecer

La falta de vigilancia y la expansión agrícola son las dos amenazas principales en uno de los repositorios de arte rupestre mas grande del mundo. el lugar es resguardado solo por un vigilante del ministerio de cultura.
Los petroglifos de toro muerto son víctimas del olvido y de
la destrucción. Como lo confirmo este diario durante una reciente visita, la
deficiente vigilancia y la ambición de agricultores por ocupar terrenos
aledaños al valle de Majes son las peores amenazas en este sitio arqueológico.
Toro Muerto, ubicado en la provincia de Castilla, fue
investigado a mediados del ciclo pasado por el arqueólogo Eloy Linares Málaga. Los
5.000 bloques de piedra volcánica grabados con figuras antropomórficas, zoomórficas
y geométricas abarcan aproximadamente un área de 5 kilómetros cuadrados.
Los antiguos moradores del sur peruano hicieron estos grabados
en bajorrelieve mediante el rayado, la percusión, el golpeado y el
desastillado.
Desde 1982, el sitio es considerado Patrimonio de la Nación,
pero poco se ha hecho para protegerlo.
PANORAMA DESOLADOR
Un trabajador del Ministerio de Cultura recorre en bicicleta
cada día el sitio, para verificar que no se produzcan más daños.
En la última década, Toro Muerto fue depredado con el uso de
barretas y hasta explosivos. Delincuentes fracturaron las piedras y se llevaron
los grabados.
Cada día, las decenas de personas que lo visitan,
principalmente estudiantes, hacen grabados sobre las piedras o caminan sobre
ellas, sin reparar en el daño que le causan a este patrimonio que el tiempo no
pudo destruir. Las marcas dejadas con corrector líquido y los petroglifos rotos
son evidentes.
La directora regional de Cultura, Julia Barreda Bustinza,
asegura que se necesitan por lo menos 4 personas para cuidar el sitio. “Ellos deberían
tener motocicletas para ser recorridos rápidos, pero por ahora no existe
presupuesto para contratarlos”, indico.
El único vigilante de Toro Muerto confirma esto. El comenta
que el inventario realizado hace varios años podría usarse para determinar cuántos
petroglifos se han destruido. Sin embargo, el solitario guardián agrega: “Hacer
esa verificación es una tarea ardua para una sola persona”.
“Sin una intervención adecuada, los petroglifos podrían quedar
en el recuerdo y las futuras generaciones los conocerían solo en las fotografías
o dibujos de libros escolares”, comenta el ex director de Cultura de Arequipa,
Teodoro Núñez.
LA AGRICULTURA AVANZA
Aunque el sitio se ubica en una zona desértica, agricultores
de los alrededores vienen irrigando los campos aledaños, por lo que algunas
piedras talladas están atrapadas dentro de sus parcelas. Tiempo atrás, la asociación
de irrigación Mariano Melgar – Toro Muerto invadió 10 hectáreas del parque arqueológico
y gasta el momento nadie la ha podido desalojar.
“Para los arqueólogos, se trata de un delito de cultura.
Lamentablemente, nadie asume la defensa de este lugar”,
añade Teodoro Núñez.
Se sabe que una asociación de agricultores está trabajando
en la irrigación de las tierras aledañas al sitio arqueológico, sin respetar el
área de reserva.
PROYECTO:
EL MINISTERIO DE CULTURA PROPONE CREAR UNA UNIDAD EJECUTORA
PARA ADMINISTRAR EL SITIO ARQUEOLÓGICO.
Para el arqueólogo Pablo de la Vera, Toro Muerto constituye
un nexo sagrado con el pasado. “Es lugar donde los sacerdotes de la cultura
Wari hacían ruegos a los dioses, sobre sus anhelos y problemas”, indica.
De la Vera detalla que los primeros estudios de la zona se
hicieron a mediados del siglo XIX.
Uno de los primeros fue el minerologó arequipeño Manuel de
Ribero y Ustariz. Siguieron sus pasos el médico Edmundo Escomel y Monseñor Leónidas
Bernedo. El descubrimiento científico lo realizo el historiador Eloy Linares Málaga,
en 1951.
Las investigaciones permitieron conocer que durante la
colonia y los primeros años de la República el sitio fue enormemente depredado.
Las piedras se usaron para hacer los cimientos de templos y haciendas.
Los trabajos de Eloy Linares Málaga permitieron que el sitio
fuera reconocido en 1986, en el Primer Simposium Mundial de Arqueología, realizado
en Cuba, como el mayor repositorio de arte rupestre del mundo.
Eloy Linares, descubridor de Toro Muerto, propuso una empresa
privada administre el sitio, que rescate los grabados y explote turísticamente el
lugar.
El investigador murió sin que su proyecto se desarrolle.
Las autoridades de Castilla dicen que no pueden intervenir pues
el sitio está bajo la administración del Ministerio de Cultura.
El alcalde de Castilla, Raúl Cáceres Muñoz, solicito al
ministro de Cultura que mejore la seguridad del sitio. El ministro pidió que se
formule un proyecto para solicitar los recursos necesarios.
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